martes, 1 de enero de 2013

Cincelando heridas.


Cincelando heridas.
Desterrada el alma hacia el averno,
Habitaba oculta en su silencio,
Tras un velo oscuro de vergüenza y de miedo
Culpa, delito, penitencia y pecado,
Victima y testigo de un pasado infausto.

Vio arrancar de tajo inocentes alas,
Azotar inclemente el cuerpo hasta el hastío,
Abejorros negros destrozarle las entrañas,
Buitres carroñeros desgarrando sus vestidos.

Murieron entonces pichones en sus nidos,
Orugas quedaron muerta en los capullos,
Yertas las semillas de las flores de mayo,
Embriones y fetos flotando sobre un fétido río.

Absorta como en trance, cincelaba heridas,
Quedaron en la roca grabado sus lamentos,
De sangre se tiñeron todos los pañuelos,
Demonios devoraron las hadas de los cuentos.

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